Centro cívico “Tangram”, Épila

Estado: Construido

Año: 2024

Promotor: Ayuntamiento de Épila

Tipo: Equipamiento

Superficie: 1.324 m2

Presupuesto: 1.065.410,76 €

Proyecto: Grupo Gen Arquitectura

Dirección Facultativa: Grupo Gen Arquitectura

Ingeniería: INARGAS Ingenieros. Amado Arcas

Acústica: NIVEL 4. Joaquín Lasierra

Identidad visual: Estudio IBER. Ignacio Berges

Constructor: Grupo IAS (Fases 1A, 1B y 2) / Construcciones LRG (Fase 3)

El nuevo Centro Cívico de Épila se ubica en el edificio que hasta el momento era conocido como el Hogar del Jubilado. La extraordinaria localización del edificio en el casco antiguo del municipio, rodeado de edificaciones emblemáticas y de actividad tanto administrativa como cultural, lo convierte en un lugar de paso obligado para los vecinos. Teniendo en cuenta la previsión de evolución demográfica en Épila y la potencialidad del edificio la intervención tiene que tener en cuenta cierta imprevisibilidad, permitiendo flexibilidad ante el uso programático.

El nuevo Centro Cívico de Épila se ubica en el edificio diseñado en 1889 por el arquitecto Félix Navarro para albergar las antiguas escuelas del municipio, reformado en 1919 por el arquitecto Teodoro Ríos para acoger las escuelas graduadas, y posteriormente ampliado y transformado en equipamiento público de usos múltiples por el arquitecto J. Manuel Sancho Garralaga en 1981.

El edificio, compuesto por muros de mampostería de piedra caliza y forjados de ladrillo, madera y metal, ha mostrado una solvencia envidiable para acoger diferentes usos a lo largo de su más de 130 años de vida. Se enfrenta ahora, al reto de ser también protagonista de la Épila actual, con gran proyección demográfica futura, y con crecientes necesidades de equipamientos culturales. Tanto es así, que la intervención adquiere un compromiso radical con propiciar una gran flexibilidad programática, e incluso con predisponer futuras adaptaciones salvaguardando los valores históricos del edificio.

Los muros del edificio original liberan un gran espacio central en sus tres plantas alzadas, que con el paso de los años fueron colonizadas por numerosas tabiquerías que se amoldaron a cada usuario. En los extremos, se ubicaban dos pequeñas franjas o “mochilas”, que originalmente serían suficientes para albergar las comunicaciones, almacenes, y espacios de servicio, pero que en el momento previo a la reforma estaban desconfiguradas.

La propuesta rescata la contundencia espacial y formal de los muros originales y propone que la zona central del edificio sea de nuevo el corazón de la edificación, y por lo tanto un área a respetar maximizando su espacio libre. Los dos extremos del edificio albergan una precisa colección de “artefactos”, que luchan por contenerse dentro de su lugar, y que hacen posible el buen funcionamiento del edificio.

De esta manera resultan cinco grandes espacios liberados en su práctica totalidad, distribuidos en las tres plantas del edificio. La planta baja, se reserva para el Hogar del jubilado y Sala polivalente, desplazando a los extremos la cafetería, la salida de emergencia, los almacenes, el escenario, los aseos…En la planta primera se ubica la Terraza exterior y el Espacio joven, y en la planta segunda la Ludoteca; trasladando al extremo los aseos en los dos casos, y las instalaciones y lucernarios en el caso de la planta primera.

Si el espacio liberado es el corazón del edificio donde sucederán la actividad, los artefactos funcionan como elementos activadores de nueva creación, que dotan a los espacios de los servicios suficientes para que estos funcionen. Estos elementos activadores son objetos autónomos que podrían funcionar por sí mismos de manera aislada e independiente; pero que, además, colocados en la posición correcta del edificio pasan a formar parte de un gran mecanismo que consigue activar el edificio para su funcionamiento.

Accesos, escalera, circulaciones, ascensor, salidas de emergencia, aseos, vestuarios, instalaciones, almacenes, cafetería, sectorizaciones de incendios, lucernarios… Estos nuevos elementos introducidos en el edificio, tienen la pretensión de emplazarse en la edificación sin mezclarse ni mimetizarse con ella. La vocación de estos elementos es la de colocarse dentro del edificio, manifestando de forma clara que no pertenecen a la edificación original; y que, por tanto, pueden y podrán ser alterados, mejorados o sustituidos sin que el edificio original sufra alteraciones significativas. Por otra parte, el edificio original se muestra mediante superficies desnudas y enfoscados de mortero de cal, expresando con orgullo las huellas de su batalla histórica con los diferentes usos.