La edificación actual es un único volumen longitudinal que responde a su uso anterior de antigua granja ganadera y que no responde a la trama fragmentada del resto de la localidad. El objetivo del estudio de detalle es mantener el volumen ocupado por la edificación, ordenándolo de forma que la linealidad de la edificación se fragmente en la zona más próxima al núcleo urbano. Para ello se modifican el número de plantas que puede ocupar la edificación, de forma que las plantas primeras produzcan discontinuidades y fragmentación de la línea horizontal del actual edificio.

La modificación de la delimitación del suelo existente, ya propone dividir la nave en dos, extrayendo uno de los vanos entre pórticos para generar la primera rotura longitudinal que sirve de conexión entre ambos lados de la nave. Esta primera separación busca también enfatizar la relación entre la nueva edificación y la original, permitiendo leer en el nuevo proyecto las trazas de la nave original y, al mismo tiempo, servir de elemento de transición entre este y la trama irregular del núcleo urbano. La propuesta extrae una franja del volumen ocupado en cada una de las fachadas longitudinales de la edificación actual y lo traslada a la zona central de la cubierta, con el objetivo de no aumentar el volumen final de la edificación respecto a la original.

Los volúmenes extraídos dan como resultado un quiebro irregular en planta baja que enfatiza tanto los accesos principales a las viviendas en la fachada este, como las conexiones con los jardines posteriores en la oeste, obteniendo en esta última fachada una distribución de espacios verdes privados que se integran con el entorno. Estos jardines, que se encuentran a la cota de la vivienda, se ven contenidos por un muro quebrado de gaviones que ayuda a salvar la diferencia de cota entre los extremos de la nave y se retira puntualmente para permitir un acceso secundario a cada una de las viviendas. La forma irregular del muro permite la creación de espacios comunitarios frente a cada jardín en esta fachada, incorporando en el mismo muro una serie de bancos que promuevan la reunión de los vecinos en estos espacios abiertos a las vistas del entorno.

El proyecto cuenta con diez viviendas que responden a cinco tipologías diferentes y una lavandería comunitaria. Las viviendas de planta baja, o baja más primera, se encajan entre sí ofreciendo numerosas opciones tipológicas para su comercialización. Esta riqueza organizativa interior, se traslada al exterior mediante la atribución de diferentes texturas y colores de acabado a cada una de los tipos de vivienda, lo que aviva la percepción de fragmentación del edificio transformado, distorsionando su gran escala original.